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La Guajira, los Wayuu y el cambio climático, los retos a superar

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Por: Mauricio Ramírez Álvarez.

Viviendas como estas son usuales observar en la Alta Guajira. Foto: Mauricio Ramírez Alvarez.

Una de las regiones que más se está viendo afectada en el presente y más afectación tendrá hacia el futuro por el cambio climático es La Guajira, un departamento que ya se clasifica como semidesértico, pero que según pronósticos del IDEAM, en poco más de 50 años tendrá una reducción del régimen de lluvias en más de un 30%, que de por sí ya es muy baja, y adonde la temperatura media podría elevarse alrededor de 3 grados, acelerando aún más  la desertificación del territorio, poniendo en riesgo la pervivencia del pueblo wayuu que habita precisamente esta vasta región de más de 15.000 km2.

Esto en términos humanos es la dura crónica de una muerte anunciada, un verdadero desastre humano y ambiental, porque contrario lo que algunos piensan, la Media y Alta Guajira ye es un semi desierto en términos geográficos y ambientales, pero no lo es en términos humanos, es una región  altamente poblada, solo que la población vive en forma dispersa, pero ocupando todo el territorio, producto precisamente de las duras condiciones ambientales y climáticas que viene azotando a esta región desde hace miles de años, pero que se ha acelerado en las últimas décadas, y que ha llevado a profundas crisis sociales como la muerte de niños por causas asociadas a la desnutrición, dado que el entorno ya no da para alimentar a toda esta población, no en vano la encuesta ENSIN 2015 señaló que la inseguridad alimentaria de La Guajira estaba en 67% y la de los pueblos indigenas era superior al 77%.

En la gráfica satelital se observa las viviendas ubicadas en el territorio de Pantaluu en el año 2020, las cuales ya no encuentran dos años despúes. Cortesía: Mauricio Ramírez Alvarez.

Se vaticina fuertes migraciones de cientos de comunidades indígenas wayuu de la Alta Guajira hacia el centro y sur de La Guajira, y en especial hacia los centros urbanos de Maicao, Manaure, Uribía y Riohacha, engrosando cinturones de pobreza y miseria, porque son poblaciones desplazadas por un enemigo poderoso, el cambio climático. Estas migraciones forzadas generarán conflictos por la ocupación del suelo, conflictos por invasiones y desalojos estarán a la orden del día, fenómeno que de hecho ya se está dando. Y se acelerará el crecimiento descontrolado de los centros urbanos, para el ejemplo el casco urbano de Uribía que se duplicó en extensión en solo 6 años, algunos dicen que, por poblaciones wayuu migrantes del lado venezolano, pero consultados algunos de estos wayuu manifiestan provenir de la alta Guajira extrema porque ya les era imposible pervivir en esas zonas.

Estos centros urbanos de Riohacha, Maicao, Manaure y Uribía de hecho hoy en día no son capaces de garantizar bienes y servicios a la totalidad de la población actual, el déficit de agua (y su acceso) es la mayor problemática, aunado al desempleo y la pobreza, situación que crea profundas tenciones sociales que suelen estallar de tiempo en tiempo.

La Guajira tenía en 2020 una pobreza monetaria del 66,3%, que se incrementó en 2021 a 67,4%, ambas cifras muy superiores a las de Haití, que en 2020 se ubicaba en el 60% (siendo Haití el país más pobre de Latinoamérica). La pobreza multidimensional de La Guajira en 2021 era del 48,7% pero en la zona rural fue del 70,7% y para 2022, se redujo un poco al 42,9% y en la zona rural al 65,0%, pero siguen siendo cifras extremadamente altas.

En una revisión del comportamiento de los procesos de poblamiento y despoblamiento de la alta y media Guajira por el pueblo wayuu, se ha identificado numerosas comunidades que hace 10, 5 o menos años ocupaban ciertos territorios de la Alta Guajira, pero al cruzar con imágenes satelitales mas recientes se observa que estas viviendas ya no están, la población se desplazó (abandono ese territorio) llevando consigo techos y pertrechos, y todo lo que les pudiera servir para asentarse en nuevos, lugares, la pregunta es ¿a dónde fueron?, serán parte del alto crecimiento desbordado que se está dando de los cascos urbanos de Riohacha, Uribía, Manaure o Maicao?.

La pregunta es cómo se revierte estas migraciones forzadas actuales, no por violencia (que también la hay producto de la llegada de grandes proyectos energéticos que buscan ocupar el territorio de estas comunidades), sino por cambio climático. Revertir el proceso de desertificación, para generar resiliencias (proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas).

Hay experiencias que demuestran que sí se puede hacer (Medio Oriente, China y hasta Australia lo vienen haciendo), pero para ello lo primero que se debe hacer es reconocer que tenemos un problema de cambio climático, entender que este problema sí no se interviene pronto desencadenará en crisis futuras (amen de las presentes), y que solo desde la planificación se podrá  enfrentar la problemática en serio y con recursos, no solo en lo económico (que sin duda requerirá grandes sumas de dinero), si no en lo tecnológico, científico y humano (empezando por un cambio de actitud y de la aptitud frente al problema).

El cumplimiento de la Sentencia T-302 de 2017 que declaró el estado de cosas inconstitucional por la muerte recurrente de niños wayuu por causas asociadas a la desnutrición, si bien no ordena intervenir el tema de cambio climático, si debe entrar en el enfoque de intervenciones, porque intervenir los temas agua potable, seguridad alimentaria, incluso el tema salud, sin atacar los problemas generadores de fondo, sería como no hacer nada. 

Sin duda alguna, el cambio climático y el proceso de desertificación del territorio wayuu, la reducción del régimen de lluvias proyectado y la elevación de la temperatura ambiente, afectará el acceso al agua (disponibilidad), la autosuficiencia alimentaria (autoproducción) y la salud (incremento de patologías y aparición de nuevas), lo que conllevará a que sigan muriendo niños, si solo se intervienen los efectos, pero no las causas.

Como y quienes deben intervenir, por supuesto las entidades territoriales, pero esto claramente supera sus capacidades locales, acá debe entrar a jugar el gobierno nacional, incluso entidades del orden internacional, y sobre todos, los países y empresas internacionales que más han incidido en el cambio climático, porque La Guajira y el pueblo wayuu está cosechando la irresponsabilidad del mundo industrializado que ha contaminado el mundo y ha afectado el clima global

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