La tienda de Wendy, la matemática en medio del desierto en La Alta Guajira.

Cada fin de semana recorría cuatro horas en una vía totalmente destapada para llegar a la sede de la Universidad de La Guajira en Maicao, donde estudió Salud Ocupacional. Cursó un diplomado en matemática básica y, su próxima meta es seguir una maestría.

Por: Betty Martínez Fajardo.

Wendy Acosta, llegó a los 13 años a Mapuaquito, alli ha permanecido al lado de su abuela y criando a sus dos hijos con la venta de diversos productos en la tienda que montó junto a su esposo. Foto: Betty Martínez Fajardo.

Llegar a Puerto López en la Alta Guajira, es una aventura, en cada kilómetro se vivencia lo que es el desierto, y la valentía de las familias wayuu que sobreviven en medio de muchas precariedades como la falta de agua potable.

Wendy, es una hermosa joven wayuu, que se enamoró y cría a sus dos hijos lejos de quien es su amor y que ella confía en que regresará.

Su tienda es casi única en medio de kilómetros de recorrido, su sonrisa y sus grandes ojos hablan de su felicidad lejos muy lejos del centro poblado donde nació como es Uribia.

Allí pasó parte de su infancia, pero a los trece años su abuela Petra Cambar, la conquistó y se la llevó para Mapuaquito, jurisdicción del corregimiento Flor de Paraíso, donde ha permanecido catorce años disfrutando de un territorio que le ha dado fortaleza a su espíritu para emprender iniciativas propias que se mantienen en medio del desierto como su tienda, donde se encuentra lo que menos se pueda esperar como un repuesto de motocicleta y una aguja.

Desde joven empezó a trabajar gracias a su abuela que la apoyó, al tiempo que estudiaba los fines de semana para sacar adelante su profesión. Wendy Acosta, se trasladaba de Mapuaquito a la sede de la universidad de La Guajira, en la ciudad de Maicao recorriendo más de cuatro horas en una vía totalmente destapada , donde logró su título en Salud Ocupacional. Su deseo del conocimiento la llevó a que realizara un diplomado en matemática básica con la Universidad del Magdalena en el municipio de Uribia.

Wendy, ofrece diversos productos en su tienda. Los viajeros siempre llegan en busca de agua y bebidas frías. Foto: Betty Martínez Fajardo.

La tienda está bien surtida, y en medio del desierto se siente como un oasis en un largo recorrido en una vía totalmente destapada, que en invierno se vuelve intransitable.

Para las matemáticas Wendy, es una dura, las cuentas a sus clientes   que llegan de paso en busca de bebidas frías y de agua, son precisas.

Estando de novio con quien hoy es el padre de sus dos hijos, decidieron abrir una tienda en un espacio pequeño en sociedad con un amigo.

Comunidad de Mapuaquito. Foto: Betty Martínez Fajardo.

Así nació en Mapuaquito, la tienda de la zona, para vender todo lo que necesitan las familias, a lo que no tenían acceso por estar tan retirados del municipio de Uribia.

Ella recuerda, que al inició fue difícil porque estaba embrazada de su primer hijo.

“Esto inició en el cuarto donde dormía, después construimos este espacio más amplio, iniciamos con un estante de trupillo, y todo el mundo se reía, empezamos a surtirla poco a poco, al principio me dio miedo, porque creía que no iba a vender, pero él me decía que todo se iba vender, y así fue”, recordó.

Wendy, en su relato deja ver su alegría porque su pequeña tienda fue creciendo y se convirtió en el espacio favorito de la comunidad, “aquí encuentran de todo desde un repuesto de motor hasta una aguja”.

Y es que, en la tienda, lo que más compran los viajeros que hacen la escala para llegar a Puerto López son las bebidas frías, como agua, gaseosas y cervezas, gracias a un congelador que se alimenta de energía solar.

“Por problemas mi esposo se fue, y yo le dije no voy a poder con la tienda, y él me contesto tú vas a poder porque tu misma levantaste esto, el negocio sigue creciendo y tengo de todo, vendo de todo, ropa pantaletas, brasier lo que menos se cree hasta una aguja vendo”, expresó con un dejo de tristeza por la ausencia del ser amado.

Los sueños de Wendy van más allá, su objetivo es seguir una maestría, que no será fácil porque está criando a un niño de dos años que ya está hablando el wayuunaiki, y una niña de un año.

Wendy, es una enamorada de su territorio, ni siquiera las propuestas iniciales de su esposo de trasladarse para el municipio de Maicao, la motivaron para encarar otra vida.

“Yo no me voy, primero esta es la casa de mi abuela, y me gusta estar aquí por la tranquilidad, todo lo que uno vive aquí, alejado de todo lo que hay en otros centros poblados”, refirió.

Bases de concreto de la torre de un molino de viento que se construyó en el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla. Foto: Betty Martínez Fajardo.

En Mapuaquito, donde viven 35 familias wayuu,  se observan aún las bases de concreto de la torre de un molino de viento que se construyó en el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, que con el tiempo salió de servicio por falta de mantenimiento.

Sin embargo, allí la comunidad logró que en años anteriores la administración municipal de Uribia, les montara otro molino de viento para acceder a agua que se sustrae de un pozo profundo, que también se dañó pero sus tíos lo arreglaron.

Este molino de viento lo montó la alcaldía de Uribia, por falta de manenimiento se daño y los tíos de Wendy, asumieron la reparación, de allí se extrae el agua desde un pozo profundo, para abastecer a la comunidad. Foto: Betty Martínez Fajardo.

Contó también que cuentan con una UCA del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, que alberga a 16 niños, donde son atendidos, pero se quejan porque no llevan agua potable para cocinar los alimentos.

“Aquí no traen agua, aquí el grupo que llega de Bienestar trae la comida, pero el agua toca sacarlo del molino, entonces cuando el niño quiere agua toca darle del molino, porque eso es lo que hay, entonces traen frutas, pero el agua, yo mande al niño en estos días y se enfermó tres días con diarrea, se supone que tienen los mismos derechos de la zona urbana, ya lo reportamos en el buzón”, advirtió.

Cada amanecer y cada anochecer, es un motivo para que Wendy, siga arraigada a ese territorio y, al amor que encuentra en su abuela y en sus dos hijos quienes también esperan el regreso de su padre.

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