Por: Betty Martínez Fajardo.

“Estoy sorprendido, maravillado con todas estas historias me parece que haz hecho una compilación maravillosamente coherente de la historia que conocemos del maestro, yo soy seguidor fiel de él, me parece que este tipo de recursos artísticos complementan mucho esta cultura macondiana que para mí es el Cesar”, así se refiere el reconocido fotógrafo Mauricio Vélez, a “El Cuartico de Gabo”, un lugar mágico que construyó el artista. Jacobo Solano Cerchiaro.
Esa es sola una de las tantas manifestaciones en redes sociales sobre el “El Cuartico de Gabo” un lugar situado en el callejón de La Purrututú en el barrio Cañaguate de Valledupar.

Su gestor es el polémico Jacobo Solano Cerchiaro, artista y columnista de varios medios de comunicación como Diario del Norte, quien disfruta a su manera de cada instante de vida.
Y precisamente fue el arte que lo llevó a encontrar un cuarto abandonado en una de las casas vecinas donde guardaba sus pinturas, después de hacer el mural ganador de la convocatoria de la alcaldía de Valledupar “La Mirada de Gabo”.
El cuarto abandonado lo intervino para seguir con el homenaje al más grande de la literatura el maestro Gabriel García Márquez, para demostrar como el arte transforma.
La intervención se la disfrutó y logró distribuir en el pequeño espacio varias vertientes artísticas como fotografía, arte plástico, muralismo, coleccionismo, cartelismo, escultura, literatura y un documental sobre la vida y obra de Gabo.
“Se trata de un performance para rendirle este homenaje al Nobel de Literatura como una muestra de agradecimiento por todo el amor y la trascendencia a nivel mundial que le dio a esta gran región”, expresó.

En su relato, cargado de alegría, pero también de una enorme satisfacción, describió el sitio como un lugar impactante en un patio extenso, típico del viejo Valledupar.
En el recorrido, los visitantes se encuentran con piezas memorables como la factura que dejó Gabo en 1953 en el hotel Welcome de Víctor Cohen en Valledupar cuando vendía libros, con un saldo de 55 pesos, que el propietario cuando Gabo regresó a Valledupar convertido en Nobel se la mostró en un acto de homenaje, lo que sacó las sonrisas de los asistentes.
También hay piezas como las máquinas de escribir, el telégrafo y retratos de la gana y la señora Luisa Santiaga. Hay alfombras voladoras, las lupas de Melquiades, la Victrola de los Gitanos, y la piedra Filosofal de Melquiades que se ha convertido en un amuleto de buena suerte para todos los turistas que llegan del mundo.

Además, está la conexión con el folclor vallenato a través de los juglares que Gabo tanto admiró.
Es un paseo lleno de misterio y fantasía por todo el realismo mágico del Magdalena Grande, hoy Cesar, La Guajira y Magdalena donde Gabo gestó su obra a través de vivencias e historias que le dieron la vuelta al mundo con sus novelas.
En uno de los recorridos del artista para RTN, se perdieron las llaves del cuartico, pero Jacobo con su flacura de siempre mostró los chócoros de Luisa Santiaga, en la cocina recreada con amor. Mientras Patry llegaba, el artista llegó hasta el catre de la Cándida Eréndira. Las llaves aparecieron y Jacobo emocionado abrió el cuartico y le explicó a Ubaldo cada detalle de toda la puesta en escena de lo que es Macondo y todas las expresiones inherentes a Gabo.
“El cuarto está armado en el concepto Macondo-Pop.Art. Es una reunión de objetos, colecciones de máquinas, fotografías, libros y los elementos del realismo mágico de Macondo”, contó.

Las entrevistas
Jacobo, no deja de escribir, es una de sus pasiones como lo son los colores y los pinceles, también posa de periodista, y lo demuestra en cada entrevista a personajes del caribe en “El Cuartico de Gabo”, por allí pasó recientemente el poeta de Villanueva, Rosendo Romero.
“En materia de lo que es cultura, literatura, es lo mejor que tenemos aquí en Valledupar. A pesar de que es un cuartico hay todo un volumen de historias en él, y sobre todo que esta muy bien orientado desde el punto de vista turística, Gabo es precisamente un juglar del vallenato. Aquí se entiende por juglar la persona que toca el acordeón, canta y compone canciones, pero la juglaría tiene otros niveles que uno ve que los jugadores eran domadores de animales, eran adivinadores de la suerte, eran poetas, cantores y músicos, es decir fomentaban el artilugio de la recreación, y que es lo que hace un escritor también recrearte con su imaginación”, esa fue la respuesta del maestro al pintor, el pasado 1 de octubre de 2021.
Jacobo, sigue apegado al escritor, y a pesar de no estar de acuerdo con el silencio que guardó sobre su hija Indira Cato, revelado recientemente por el periodista, Gustavo Tatis Guerra, le sigue profesando su eterna admiración. Ni más faltaba, dice Jacobo.
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