RIOHACHA 475 AÑOS

Por: Miguelángel López Hernández

Las conmemoraciones propician espacios de convergencia, estimula la memoria colectiva e invitan a la reflexión ciudadana. Conmemorar 475 años de existencia como ciudad y como cultura nos obliga a mirar en retrospectiva la realidad de lo que hoy somos. El presente nos reta a entenderlo en toda su extensión, comprenderlo en toda su complejidad y para ello es determinante conocer el devenir histórico, especialmente, el origen y el proceso formativo del actual distrito.

Es por ello que, en el marco de la conmemoración de los 475 años de la ciudad de Riohacha, debemos remontarnos a ese momento en el cual se instalaron las bases y la estructura de lo que actualmente se identifica como un Distrito Especial Turístico y Cultura.

POBLAMIENTO, NO FUNDACIÓN

En el marco histórico de Riohacha, vemos en primera instancia que aquí no ocurrió una fundación, sino el traslado de una población cercana, en busca de mejores condiciones de vida.

El territorio guajiro fue el primero, en el proceso de poblar Suramérica por parte de la Corona Española, en ser proyectado como división administrativa con todo la formalidad aprobada, se eligió para ser la Gobernación de Coquibacoa, en el año 1501-02, al mando de Alonso de Ojeda (su ubicación principal estaría en las costas de Bahía Honda, con el nombre de Santa Cruz); esta  gesta resultó infructuosa y Alonso de Ojeda abandonó el proyecto de poblamiento, encaminándose hacia el litoral sur, en la región de Urabá; sin embargo dejó una ruta para el encuentro y el inicio del mestizaje en tierra firme.

Luego el territorio peninsular quedó en medio de disputas de dos administraciones creadas, una en 1525 (Provincia de Santa Marta) y otra en 1527 (Provincia de Venezuela); lo que hoy es La Guajira quedaba como frontera de ambas provincias.

De esta manera se realizaron grandes expediciones por el territorio en busca de oro u otro tesoro que les representasen riquezas a sus conquistadores y al reino  de España. En los inicios de la tercera década del siglo XVI, ambas administraciones –Santa Marta y Venezuela- incursionaron en tierras guajiras. Los provenientes de Santa Marta llegaron hasta la desembocadura del río Seturma –hoy río Ranchería-, allí lograron bautizarlo río de la Hacha (existen tres versiones sobre el origen de este nombre, siendo la más aceptada aquella que alude al acto de agradecimiento de las tropas españolas que le regalan un hacha a un baquiano indígena que los condujo hacia el río salvándolos así de morir de sed). De esta experiencia quedó el registro del topónimo Río de la Hacha… para toda la extensa área de la desembocadura del río. La otra incursión, provino de la Provincia de Venezuela, a cargo del capitán Nicolás de Federmann, entre 1535 y 36, un conquistador alemán, adscrito a la Casa Welser, acreedores del Rey Carlos I de España; éste, conocedor de las existencias de bancos de perlas en las costas guajiras, se estableció en unos parajes entre el Cabo de la Vela y la desembocadura del río de la Hacha e intentó crear un asentamiento, con base en los beneficios del proyecto de perlas; al fracasar el propósito tras los bancos perlíferos, el explorador alemán se retira de estas costas y se interna hacia los territorios de los llanos y luego a la sabana de Bogotá.

De manera, pues, que sólo para finales de 1538, se inicia un verdadero proceso de poblamiento por parte de gente avecindada en una pequeña isla de nombre Cubagua –cerca de la isla de Margarita en el caribe Venezolano-. Este primer traslado de formaliza en marzo de 1539, con el nombre de Nuestra Señora Santa María de los Remedios del Cabo de la Vela, cuya fuente económica estaba concentrada en la pesca de ostrales de perlas, adquiriendo un rápido crecimiento poblacional que alcanzó a un número de 1500 personas.

Nuestra Señora Santa María de los Remedios del Cabo de la Vela fungía como un asentamiento oficial con sus autoridades reales reconocidas, principalmente contaban con un Cabildo, la figura del Alcalde ordinario, inspector de pesos y medidas, alférez real, alguacil mayor, escribano público y los Oficiales Reales, conformados por: el Contador Real, el Veedor y el Tesorero, cuyo titular Francisco de Castellanos, fue figura destacada durante los años de permanencia en el Cabo de la Vela y determinante para la organización del traslado a la desembocadura del río de La Hacha.

Mujer Wayuu, en la carrera del comercio, año 1.960. Foto: Nereo López

En lo que respecta a su población, ésta estaba conformada por un buen número de nativos tanto de la zona peninsular, como de áreas adyacentes, que eran los buceadores de perlas, entre ellos: guajiros (wayuu), anates, itotos, caquetíos, onotos, caracas, chuaos, cumanagotos, guaiquiríes, guáricos, maracapanes… así como una amplia población de esclavos africanos, que se dedicaban más a las tareas domésticas y de acarreo, que a la de extracción de perlas.  

Los problemas presentados eran de todo orden, desde los rigores de la estructura económica de una servidumbre esclavista, en donde los buceadores eran exprimidos hasta su agotamiento físico y síquico (muchos lograban fugarse de las granjerías de perlas), la explotación desmedida de los bancos perlíferos, hasta los asaltos de corsarios y piratas, pasando por el asedio de los indígenas locales rebeldes –que los asaltaban con sus flechas- y el difícil acceso a las fuentes de agua potable; empujaron a las autoridades locales de entonces a organizar y llevar a cabo un nuevo traslado de la población; esta vez más al sur, en territorios fértiles avenados por ríos y lagunas que le garantizaban la provisión de agua potable y un mejor resguardo frente a posibles enfrentamientos o ataques de grupos nativos rebeldes.

Entre mediados de 1544 y 1545 se realizó el traslado de la población de Nuestra Señora Santa María de los Remedios del Cabo de la Vela a la desembocadura del río de La Hacha. En lo administrativo el cambio sustancial que se vivió fue el del nombre, entonces, pasó a llamarse Nuestra Señora Santa María de los Remedios del Rio de El Hacha; prácticamente fue el traslado de una ciudad a un nuevo territorio, allí siguió funcionando la misma estructura que venía funcionando años atrás en el Cabo de La Vela.

A poco tiempo de estar instalados en el nuevo territorio, la ciudad experimentó un crecimiento poblacional y económico, dado que las costas de Riohacha y de su entorno eran de igual manera ricas en perlas. En 1547 la ciudad recibió, mediante cédula real, por orden del rey Carlos I, el reconocimiento como villa autónoma, firmada ésta el día 14 de Septiembre. Es así como Riohacha adquiere una relevancia en el escenario de la cuenca del Caribe que perduró por varios años. Junto con Santa Marta y Cartagena constituyeron una fuerza político-económica de las costas (“las tierras bajas”), que hacía contrapeso a la creciente influencia de Santa Fe de Bogotá, en el centro andino del país.

Logró ser reconocida como Provincia durante el período de 1789 a 1857, que era una figura administrativa de enorme importancia en el escenario de la Nueva Granada.

La Provincia de Riohacha, en el período de la República, estuvo organizada por cantones, estaban el Cantón Riohacha (del Norte) y el Cantón Cesar (del Sur, cuya capital era San Juan del Cesar). Esta gran región contaba, para el año de 1851, con 17.247 habitantes, censados por separado de los nativos guajiros cuya población superaba los 40.000 individuos. Tuvo una duración de 68 años continuos de administración autónoma y entre sus gobernadores se encontraban nombres de prestigio nacional como José María Cataño,  Joaquín de Ujueta y José Manuel Goenaga (que gobernó entre 1856 – 58).

Riohacha, desde siempre, se asumió y era vista como un asentamiento de capital importancia tanto para la Corona Española como para los gobiernos de la República en sus primeras décadas; su economía presentaba una dinámica incesante con intercambios comerciales con varios puertos del mundo, tales como: Nueva York, Hamburgo, Curazao, Kingston…

La ciudad gestó estructuras sociales sólidas con otras poblaciones del Caribe, creando puentes comerciales y lazos familiares con las islas de Aruba, Curazao, Bonaire, Margarita, las Antillas Menores, la Isla La Española (República Dominicana y Haití), Puerto Rico y Jamaica, principalmente; en los cuales sembró semillas de hermandad que han generado cadenas de afectos, de admiración y respeto entre varias generaciones de estos poblados. Esto nos indica que nos encontramos con el Deber de recuperar el prestigio del buen nombre de Riohacha como Espacio de Convergencias, Ciudad Caribe y de Puerto Libre.

Vivienda de la señora Sara Deluque, donde funcionó por mucho tiempo el colegio que hoy se conoce como el Instituto Nicolás de Federmán, ubicado en la esquina de la calle 3 con carrera 5. Foto: Betty Martínez Fajardo.

Trayectoria y protección.

Los 475 años son una colección de caminos recorridos íntegramente, dolorosamente, valerosamente… con todo el corazón latiendo profundamente por la vida, creando una cultura de maravillosa amalgama humana, en el que las raíces indígenas sostienen el orgullo de haber tejido un rostro plural con hilos templados por el sol, el viento, la arena, la montaña y los sueños.  

Riohacha ha recorrido el difícil tránsito de hacer sociedad en la diversidad cultural… ha sido siempre una ciudad de convergencia de caminos… un puerto abierto a la gran matriz marina… como es el caribe. Por lo tanto es una ciudad que conoce de encuentros, de contactos… y sabe ser incluyente y reconocedora… sabe tomar decisiones propias… es por ello que su espíritu de ciudad nos pide volver a las rutas maternas del caribe, que son rutas familiares… regresar al sitio de ciudad influyente, de ciudad acogedora… de ciudad libertaria. En sus 475 años. . . Riohacha nos pide… que restituyamos su prestigio de ser una ciudad abanderada de los encuentros  y del  respeto a las diferencias, esto es posible lograrlo… y es un imperativo.

En esta conmemoración la Ciudad y el Distrito debemos tomar conciencia de su naturaleza de Ciudad-Madre de todos los guajiros, de espacio de vida que ha sido Matriz-Histórica de las poblaciones guajiras, que le ha dado un rostro plural, un tono y ha templado identidades a lo largo y ancho del territorio guajiro; de ella surgieron  –  de manera directa e indirecta- poblados como Dibulla, Manaure, Barrancas, Fonseca, Tomarrazón, Camarones, Uribia, Maicao…

Ha tejido hermanamientos con las ciudades de Santa Marta y Valledupar (que forman el acrónimo RISAVA) -abonando el terreno para cultivar un gran polo de desarrollo de tres ejes- y en respuesta al sagrado triángulo de la Sierra Nevada, la Perijá y el Caribe, espacio protegido por la red de puntos para el pagamento de la Línea Negra de los hermanos mayores Kogui, Wiwa e Ika (Arhuacos).

Ciudad del delta del río Ranchería, nombrada en el wayuunaiki Süchiimma –tierra del río-, con el cual nuestro pueblo Wayuu la reconoce como el espacio de los tres poderes para el encuentro respetuoso: Fertilidad, Diversidad y Apertura.

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